El yoga es la ciencia de aprender a manejar la fuerza energética que portamos. Esta para ponerla al servicio de nuestro ser y lograr los cambios armónicos en la vida cotidiana para alcanzar el bienestar y la felicidad.

No es una religión, filosofía política, o movimiento cultural. Es una manera de enfrentar la vida sin romper la armonía que rigen las leyes de la naturaleza. El yoga es sinónimo de salud, de vida. Es encontrar a través del ejercicio, tanto físico como espiritual, la paz y la salud.

La relación entre la respiración y la vida

El aire que respiramos, esa energía que nos envuelve, es los más importantes que tiene el hombre para disfrutar de una vida sana. La relación existente entre la respiración y la salud es tan relevante, que muchas de enfermedades mentales, se han recuperado con la práctica de respiración. Una buena oxigenación está ligada al equilibrio psíquico del ser humano.

A través del yoga se pueden curar enfermedades producto de la civilización. También aquellas provenientes del sufrimiento mental. La mente es la causante de todas las enfermedades. El pesar causa dolor físico y depresión. Ese pecho apretado que producen las lágrimas contenidas, los sentimientos no expresados, esa falta de aire, de oxígeno, pueden curarse por la práctica de esta disciplina milenaria. Aunque, lo ideal sería que combatiéramos las enfermedades a través de una práctica manera de vivir, porque las secuelas que dejan en nuestro interior, es decir, en nuestro espíritu, son irrecuperables. Podemos restaurar y recuperarnos de las lesiones físicas, pero las huellas que deja el deterioro en nuestra alma, es imborrable.

Sin embargo, cabe acotar que todos los excesos son dañinos, así que es recomendable controlar los ejercicios terapéuticos, con personal especializado, porque cruzar el límite de cualquier elemento, es decir, el exceso, puede ser dañino y llegar a ocasionarnos trastornos tanto físicos como espirituales, difíciles de reparar.

Entrenar a través de la respiración el cuerpo y la mente es el camino para alcanzar la paz. Pero controlar el cuerpo es más difícil que controlar la mente, porque el cuerpo es materia y se puede disciplinar a través de la práctica de ejercicios físicos. En cambio, la mente no se puede manejar sino a través de técnicas de relajación y al alcanzar el control del cuerpo y de la mente, es más fácil llegar al yo interior.