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Paz interior para lograr el éxito

Alcanzar la paz interior cada vez es más difícil lograr dado al ajetreo del día a día en que vivimos, para alcanzarlo requerimos de mucho trabajo y disciplina. Para poder seguir adelante debemos aceptar aquellas trabas y obstáculos que la vida nos presenta y solucionarlos; es decir, debemos tratar de tener esa paz, ese minuto con nosotros mismos.

Para alcanzar el éxito a través de nuestra paz interior, hablaremos del libro del doctor Wayne W. Dyer. “Diez secretos para el éxito y la paz interior”, aquí él nos señala que los secretos del éxito y la paz interior viven dentro de cada uno de nosotros y podemos acceder a ellos una vez que entendemos que una vida más rica y más profunda requiere que nos libremos de los apegos materiales y permitamos que nuestro espíritu nos guíe. Los consejos presentados en este libro representan diez sencillas maneras de cambiar nuestras vidas e iniciar un apasionado viaje hacia el autodescubrimiento y la felicidad.

1. Mantén tu mente abierta y no te apegues a nada.

Puede parecer fácil hasta que nos percatamos de todos los condicionamientos de nuestra vida: la cultura, el género, la vocación de nuestros abuelos. Quizás intentaron educarnos para que tuviéramos una mente abierta pero la realidad es que, si alguna vez quisimos llevar la contraria a todos estos condicionamientos, nos encontramos con que nuestro entorno prefiere que sigamos el patrón tradicional. ¡Abramos nuestra mente ya a todas las posibilidades!
Una mente abierta nos permite explorar, crear y crecer. El riesgo no está en tener sueños muy elevados y fracasar en alcanzarlos, sino en lograr nuestros sueños cuando son muy pobres. Visualicémonos haciendo cualquier cosa desde nuestro interior con convicción. Lo que creamos es lo que alcanzaremos.
Los apegos son la fuente de todos nuestros problemas: la necesidad de llevar la razón, la de ganar, la de poseer a alguien o algo. Necesitamos hacer un cambio en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, para soltar apegos. Seamos compasivo de nuestra propia existencia. Nada de fuera de nosotros puede hacernos exitosos o felices. Soltemos los apegos. Aceptemos que todo viene y se va.

2. No mueras con tu música dentro de ti.

El mundo en el que vivimos es un sistema inteligente que coordina todo lo que se mueve. Somos una de esas partes que se mueve. Estamos aquí para algo. Escuchemos nuestro corazón. Dejemos que el mundo sepa por qué estamos aquí y hagámoslo con pasión. El miedo es el único obstáculo. El fracaso es una ilusión. Todo lo que hagamos bueno o malo produce un resultado. Lo importante no es el resultado en sí, lo importante es lo qué hacemos con ese resultado. El fracaso es un juicio y proviene de nuestros miedos. Combatámoslo con amor.

3. No puedes dar lo que no tienes.

Todo lo que sentimos y experimentamos es el resultado de lo que se llama energías atractoras. Esto significa que atraemos lo que enviamos al mundo. Por consiguiente, lo que atraemos es lo que entregamos a los demás. Si deseamos dar y recibir amor y alegría, entonces recordemos que no podemos dar lo que no tenemos.

4. La soledad es esencial para encontrar el sentido de pertenencia.

La soledad es el sentimiento de estar frecuentemente sin compañía y es esencial para cualquier meditación profunda. Hemos crecido en una cultura que no sólo evita el silencio, sino que lo considera terrible. Estar solo, para la mayoría de las personas, es una pesadilla. Así que estar solo y en silencio para muchos es una tortura.
Entre un espacio y otro en cada uno de nuestros pensamientos existe un momento de silencio que con la práctica podemos llegar a percibir, y encontrar la paz que tanto ansiamos en nuestra vida diaria. Es importante que dediquemos más y más tiempo de nuestra vida al silencio. Hacer de la meditación una práctica diaria es una de las formas más efectivas. Al principio, nuestra mente insistirá en que estás perdiendo el tiempo, pero si nos sentamos tranquilos, y observamos ese parloteo interno, poco a poco iremos captando el espacio entre un pensamiento y otro. La meditación no sólo tiene efectos para nosotros mismos, sino que también impacta en el resto de personas que están a nuestro alrededor.

5. Renuncia a tu historia personal.

El pasado es como una estela, un rastro que ha quedado atrás y que no hace, en ningún caso, que vayamos hacia delante. Cuando nos apegamos al pasado obstaculizamos nuestra sanación. Abrasemos el pasado, eso nos dará fuerzas para transformarlo. Amemos todo lo aprendido y vivido. Reconozcamos que teníamos que pasar por todo aquello para llegar a dónde estamos. La evidencia es la supervivencia. Este hábito de dejar que la mente divague a otro tiempo o lugar es irónico. Sólo podemos divagar en el presente. Es lo único que tenemos. Todos tenemos un pasado y un futuro, ¡pero no ahora! Observemos nuestro espacio inmediato. Vivamos en el hoy

6. Un problema no se puede resolver con la misma mente que lo creó.

Cualquier problema se resuelve con una solución espiritual. Nuestra mente crea la ilusión de separación y esa creencia es lo que genera lo que llamamos problemas. Si cambias nuestros pensamientos solucionaremos nuestros problemas. Proyectemos una energía más elevada de amor y luz.

7. Ningún resentimiento se justifica.

Los resentimientos son excusas para regresar a viejos patrones de conducta y eso es lo que nos ha traído hasta dónde estamos. Todo lo que experimentamos es personal. No culpemos a nadie de lo que nos pasa. Seamos responsables, solucionemos y aprendamos de ello. En vez de proyectar ira y resentimiento, aprendamos a responder ante todo con amor. No permitamos que algo que le pertenece a otro sea la fuente de nuestro resentimiento. El perdón es forma más curativa que existe para eliminar el resentimiento y la venganza. No significa callar ante algo que desaprobamos, pero sí de olvidarnos de tener razón. No sentirte ofendido significa que tenemos autocontrol. Significa que somos un poco más libre.

8. Visualízate como si ya hubieses logrado lo que quieres ser.

Pensemos en aquello que queremos lograr y comencemos a actuar como si esa fuera nuestra realidad. Parece increíble pero no es magia: “Hacer como si…” empecemos por los pensamientos, impacta en tu estado emocional y finalmente nos introduce en la acción. Cultivemos la inspiración (estar inspirado significa estar en el espíritu, estar en una mente que transciende los límites y una consciencia que se expande en todas las direcciones), tomemos el control de nuestro destino. Seamos valientes para decretar que ya logramos estar donde queríamos, esforcémonos en actuar y pensar de una manera nueva. No se trata de autoengaño o de ser arrogante, sino de tener la seguridad de que tenemos derecho a disfrutar de la vida que deseamos. No tener miedo, ver el futuro tal como queremos y actuar en consecuencia, constituyen la esencia de la inspiración.

9. Atesora tu divinidad.

Somos creación divina de dios y jamás podemos separarnos de eso que nos creó. Cuando estamos mentalmente separados de nuestro origen perdemos el poder creativo y milagroso, y no podemos examinar la alegría de estar vivo. La desconexión simboliza nuestro ego, que dice que somos la suma total de lo que hacemos y lo que tenemos. Esto nos hace sentir en competencia con otros egos. El resultado es la desconfianza hacia todo el mundo y el que nos aterre nuestra propia divinidad. ¡No caigamos ante esos pensamientos para mantenernos desconectados!

10. Eres sabio si evitas todos los pensamientos que te debilitan.

Tenemos dos tipos de pensamientos, los que nos debilitan y los que no. Un pensamiento de fuerza requiere de una contrafuerza y de una batalla que debilita. En cambio, un pensamiento de poder, como no tiene una contrafuerza que requiere de nuestra energía para operar, nos fortalece. Como los pensamientos de poder no nos piden nada nos llenan de energía. Los pensamientos que más nos debilitan son los de vergüenza, seguidos de los de culpa y apatía. El miedo y la ira también son pensamientos que debilitan. Cada pensamiento de miedo nos aleja de nuestro propósito y nos mueven hacia la violencia. Los pensamientos que más nos fortalecen son los de paz, alegría, amor, aceptación y buena disposición. Si todo se reduce a lo que pensamos: Permitamos que el mundo sea como es, ¡cambiemos, confiemos y amemos!

Cortesía de BIBLIOTERAPEUTA

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