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La ira: cómo controlarla para vivir mejor

La ira

La ira ¿Cómo la controlamos para vivir mejor? Para poder dar respuesta a esta pregunta debemos conocer su significado. La ira es un sentimiento terrible que surge generalmente cuando nos sentimos atacados. Se dice que la ira es una vía para soltar emociones reprimidas y frustraciones. Aunque esto pueda ser verdad, no es el medio idóneo de liberación emocional, porque no solo causa daño interno, sino que daña al entorno y puede desencadenar consecuencias fatales.

Actualmente, llevamos una rutina de vida acelerada, con mucha presión, con falta de tiempo, entre otros tantos factores, hace que nuestras emociones se vean afectadas y adoptemos actitudes negativas ante cualquier evento o situación que se nos presente, explotando de rabia y perdiendo el control.

Con paciencia, tolerancia y tiempo aprenderemos a controlar nuestras emociones e iremos encontrando la solución correcta a nuestros problemas.

Consejos para controlar la ira

Nuestro entorno está lleno de personas y situaciones creadas por esas personas. Decir que no nos vamos a enojar es algo imposible. Lo que sí es posible es aprender a controlar la ira. ¿Y como aprendemos eso?

Relajación

Debemos encontrar formas de soltar presiones ante determinadas situaciones. Es decir, relajar los músculos, y aliviar los pensamientos. Podemos practicar alguna técnica de relajación que nos ayude a bajarle la tensión a nuestras emociones poco a poco.

Tener hábitos saludables ayudan mucho a controlar la ira en determinados momentos. Escuchar música, hacer ejercicios, bailar, etc., o cualquier actividad que haga que nuestros pensamientos y emociones se despejen.

Solución a los problemas

Muchos de los eventos que suceden en nuestra vida, sean buenos o malos, se escapan de nuestro control. Por esto somos vulnerables ante situaciones desagradables que pueden despertarnos la ira con justa razón. La rabia es una reacción emocional que tenemos todos los seres humanos. Por ende, como seres racionales debemos aprender a controlarla.

Hay problemas de fácil resolución y otros no tanto. Para estos casos, debemos encontrar como resolverlos procurando ser objetivos.

Evitemos situaciones y personas que nos produzcan enojo.

Aunque no tengamos el poder de ver el futuro, si podemos evitar tropezarnos con situaciones que nos induzcan a una actitud negativa o con personas tóxicas que sabemos nos van a hacer enojar. En lo posible debemos evitar escenarios que nos puedan hacer explotar. Con respecto a las personas que tengamos un contacto inevitable (jefe o familiar especifico), interactuar armoniosamente y sin darle mucho tiempo, para no caer en el momento que nos puedan hacer enojar.

Evitemos recordar los malos momentos

Por costumbre, cuando llegamos a casa, después de un largo día, si no vivimos solos, le contamos a quien vive con nosotros, como fue nuestro día. Si tuvimos un mal día, recordamos todo lo malo que nos pasó y revivimos la ira.  Si queremos dejar de sentir rabia y controlar las emociones. Evitemos recordar los malos momentos y dejarlos en el pasado.

Dejemos de hablar de las cosas malas que vivimos, para evitar juicios y críticas que quizá puedan hacernos enojar más. Aprendamos a dejar las cosas malas en el espacio y tiempo donde surgieron. No arrastremos día tras día una situación y agrandemos el problema que sucedió hace tiempo atrás.

Autocontrol

Somos seres racionales y tenemos la capacidad de controlar nuestras emociones e impulsos. Aunque resulte fácil decirlo, suele ser muy difícil. El autocontrol es una práctica que necesita mucha determinación y constancia para dominarlo. Va desde el autoanálisis en el momento que se está enojado hasta el control total de la emoción.

Podemos comenzar preguntándonos, si enojándonos cambiaremos la situación. Si con mi enojo se va a solucionar el problema. Si la respuesta es que no ganamos nada. Entonces estamos perdiendo tiempo y energía en una acción que al final solo nos afecta a nosotros y no vamos a resolver el problema.

En conclusión, podemos decir, que la ira, la rabia, el enojo o como llamemos esa emoción, no la vamos a controlar de un día para otro. Y para mejorar nuestras emociones, tener mejores relaciones y llevar la rabia a un mínimo; comencemos por empezar el día con optimismo, y esforzándonos por no enojarnos por nimiedades.  Si regalamos alegría, recibiremos alegría.

Aprendamos a controlar las reacciones ante nuestras emociones. Cuando herimos a las personas con palabras causamos daño. Pensemos bien antes de hablar, reconozcamos lo que estamos sintiendo, respiremos profundo y salgamos de esa situación que nos está haciendo daño y pongamos en práctica todos los consejos anteriores.

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